jueves, 21 de octubre de 2021

Lección 39, Cuarto Grado, Primera Orden

 "La Soledad, esa compañera silenciosa"


La Soledad, esa compañera sin compañía tan sobre valorada por el positivismo del misticismo moderno. Los anacoretas y ermitaños antiguos tan mal comprendidos en sus experiencias solitarias.


La soledad no solo no es un bien sino algo muy pernicioso para el Ser Humano. La Soledad solo posee una virtud y es la de mostrar al Ser Humano lo malo que es vivir sin alguna compañía.


Los místicos hermitaños y monjes anacoretas se sumen en la soledad, a modo de Iniciación, buscando su verdadero ser interno, del mismo modo que lo hiciera Jesús el Nazareno cuando se fue al desierto.


Solo tras haber sufrido la soledad se puede entender lo importante que es tener compañía, aunque fuera la de un demonio porque vivir en compañía tambiém supone la confrontación de diversas personalidades externas, lo que obliga a nuestra personalidad a comportarse de forma monolítica; es decir, unida contra las agresiones externas.


Cuando nos enfrentamos a la soledad también lo hacemos con nuestro peor enemigo, nuestros demonios internos. Aquellos que, en la soledad del desierto, se dice que tentaron a Jesús y que no es otra cosa que las diversas células individuales que conforman nuestra Personalidad.


Esos demonios internos no son otra cosa que eso, nuestra personalidad que bajo el influjo de la soledad se va desestructurando en dos o más individuos con los que poder confrontar.


Vivimos en un mundo donde impera; es decir, reina la dualidad y donde lo individual necesita a otros para poder mantener la necesaria cordura de una Personalidad estructurada y funcionando como la Unidad que no es y que nunca lo fue.


Es buena la soledad, hasta cierto punto, para conocernos a nosotros mismos y ver como responderemos ante determinadas circunstancias imponderables; es decir es buena cuando se busca en pro de un mejor conocimiento de nosotros mismos; pero es infernal cuando nos viene impuesta por las circunstanciaa de la vida.


Nadie en este Mundo debería de vivir en soledad salvo en los breves periodos de tiempo que hemos indicado y que nos sirve, entre otras cosas, para entender lo valiosa que es la compañía ajena y que un infierno de discusiones y desavenencia con nuestros semejantes es infinitamente mejor que el infierno demoníaco de la soledad y donde las guerras se dirimen en nuestro interior.


Solo quien conozca la soledad sabrá de lo que estamos hablando. Solo quienes están obligados a permanecer solos conocen lo fácil que es caer bajo el influjo de enfermedades mentales como la ansiedad o la depresión, la psicopatía o las diversas neurosis.


Vivir en desarmonía con otros es como vivir en el infierno; pero vivir en soledad es vivir ese infierno dentro de nosotros mismos.


Aralba Pensator Minister, Frater R+C