Cuarto Grado Primera Orden "Filósofo":
C.I. Grado III CANAL:
"René Guenón, de Personaje odiado a Maestro sobrevalorado"
-El Gran Cazador de mentiras al que no se le perdonó su conversión al Islam-
En modo alguno conocemos la historia y figura de René Guenón y, para colmo de los colmos, ni tan siquiera hemos podido leer sus obras. Por lo tanto, no vamos a desarrollar, aquí, un Tratado sobre la vida, obras y milagros de René Guenón.
Por lo que ha llegado hasta nuestros ojos y nuestros oídos, Guenón fue un personaje amado y odiado a partes iguales, dado que escribía sin ambages, sin pelos en la lengua como se suele decir, creándose una plétora de enemigos allá por donde transitaba.
A Guenón se lo ha denominado como el Gran Filósofo o el Gran Maestro del Esoterismo, por sus incondicionales seguidores. En modo alguno expondremos los calificativos utilizados por sus detractores; pero, ¿Quien era René Guenón y porqué atrajo, hacia su persona, criterios tan contrapuestos de Amor y Odio?
Nuestro Personaje fue dos cosas en su vida, un Gran Erudito, con una amplia formación de espectro renacentista y un buscador infatigable de la Verdad. Su forma de escribir, al menos tal y como nos han llegado sus traducciones, era tan sofisticada y eruditamente compleja que es muy difícil, al menos para mí, el poder leerlo de corrido y sin pauss; pero manteniendo una comprensión suficiente de sus mensajes.
Muchos, en ese aspecto y sin comprenderlo, dicen de Guenón que fue un maldito Genio y esto me recuerda a la fábula del "Traje del Emperador"; es decir, los máximos incondicionales de Guenón, me consta, son aquellos que no han entendido nada de lo que el escribía.
Por otro lado, están los que lo tildan de diletante, inconsistente y culillo de mal asiento, dado que pasó por muchos lugares, en algunos de los cuales, todos escuelas esotéricas o instituciones religiosas, ocupó altos cargos de gran relevancia.
En realidad, como buscador de la Verdad, cuando entraba en las organizaciones esotéricas, literalmente, las destripaba hasta la médula, buscando esa Verdad oculta, ese supuesto Secreto que decían contener en el interior de sus altos grados; pero decepcionado, al no encontrar algo de valor, Guenón abandonaba las organizaciones y escribía, acerca de sus experiencias, con esa prosa difícil que le caracterizaba y su fría y marmórea honestidad.
Así, a nuestro parecer, René Guenón fue un honesto buscador de la Verdad y que divulgaba, con su erudición característica, sus experiencias, entendemos que con el fin de que los nuevos buscadores no cayesen en las trampas que el consideraba haber caído.
Así Guenóm arremete sin piedad contra el Mundo Espírita, contra la Sociedad Teosófica, contra el Martinismo y hasta contra la Masonería y los pseudo rosacrucismos de su época. Él no juzgaba, tan solo ponía las cartas sobre la mesa dejando a los emperadores del embuste en pelota picada para que sus lectores sacarán sus últimas conclusiones.
Sus más acérrimos detractores le acusan de diletancia y de haber acabado abrazando la Religión Islámica. Lo que no suelen contar, porque una verdad a medias es la peor de las infamias, es que el Islamismo que siguió, tras sus andanzas ocultistas, fue el de la Mística Sufí que, para entendernos, para el Islam es lo que el genuino rosacrucismo es para el Cristianismo. El verdadero Sufismo, como la verdadera Rosacruz no son ocultistas, mágicas o secretas. Son puro misticismo iluminador al estilo de los caminos de Teresa de Jesús, nuestro querido zapatero Jacobo Bohemme o Juan de de la Cruz.
Digamos que René Guenón, para el Mundo del Ocultismo, fue lo que el Mago Houdini, para las sociedades espíritas; es decir, un desenmascarador de estafas y supercherías.
Y es, en ese sentido, que René Guenón nos merece el mayor de los respetos y por lo que, salvando un gran abismo, nos identificamos con su Trabajo y Experiencia.
Guenón no fue ni Héroe ni Villano, sino un honesto buscador que, en su búsqueda, se integró hasta la médula en las organizaciones donde investigaba que pudiera encontrarse la Verdad y, al no hallarla, en lugar de quedarse callado y pasar a otra cosa, decidió mostrás su propia experiencia y, por lo tanto, denunciar los engaños que había encontrado en ellas, para que aquellos que siguieran su misma senda, no tropezara con los mismos obstáculos que él había enfrentado.
Por lo tanto, con todo el respeto que nos merece el Personaje, no podemos considerarlo ni un Gran Filósofo ni un Maestro del Esoterismo o del Ocultismo de su época; pero sí un honesto e incorruptible buscador que divulgó, gracias a su enorme erudición, el conocimiento que iba encontrando en su camino; pero tambíen denunció a todos aquellos que trataron de hacer negocio con la Falsa Verdad, intentando atraer a los buscadores bien intencionados y que estaban dispuestos a descapitalizar sus patrimonios con el fin de descubrir una chispita de luz que los aliviase de las incertidumbres que les regalaban, tanto la Vida como el Mundo.
Aralba Pensator Minister, Frater R+C