Podría decirse que esta reflexión es la continuación de la anterior dedicada al Guardián del Umbral, dado que dejamos expresada una Palabra: Metanoia; ¿pero qué es la Metanoia?
La Luz del despertar, la Luz de un nuevo amanecer, la aurora dorada, la venida del Espíritu Santo. Todas ellas indican una misma cosa y podría parecer que son frases hechas, enlatadas que no poseyeran más contenido que un significado poético; pero nada más lejos de la Verdad.
En el primer capítulo del Evangelio de Juan, al comienzo, podemos leer: En el principio era el Verbo y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios y todas las cosas fueran echas por él. En algunas traducciones se suele utilizar como sinónimo de Verbo, la Palabra. El Conocer la Palabra sagrada nos equipara como adeptos a los propios dioses; pero en realidad ¿Qué es la Palabra?
Nuestro Universo conocido es una minúscula burbuja, en y dentro del Pleroma “El Universo Infinito y Primigenio”, entre innumerables otras, está formado por Eter, Fuego puro, y sus diversos habitantes no somos otra cosa que seres de Fuego, de Luz. La Luz visible no deja de ser más que una pequeña franja dentro del inmenso espectro electromagnético conocido y por conocer y todo lo que acontece no deja de ser más que las diversas manifestaciones de la Luz. Es decir, cuando hablamos de Luz nos referimos a ese espectro completo, incluidas las manifestaciones conocidas y aquellas que, por nuestro condicionamiento material y espacio temporal, nos resultan invisibles e inaprensibles. El verbo, la Palabra, no deja de ser otra cosa que una determinada concatenación de sonidos que pertenecen a ese espectro del que estamos tratando.
Como dijimos en reflexiones anteriores, existe una Chispa de Espíritu eterno del Pleroma viviendo en lo más interior de cada uno de nosotros. La Tradición Rosacruz indica que se encuentra en algún lugar del ventrículo izquierdo de nuestro corazón; pero ello no deja de ser más que un símil simbólico de la Verdad. Cada centro atómico de cada molécula, sea orgánica o no, posee en su centro esa Chispa de Espíritu Divino; Pero se encuentra latente, dormida esperando a ser despertada mediante una Luz muy especial y que va contenida en los neutrinos que provienen de fuera de la burbuja espacio temporal, del propio Pleroma primigenio. Esos neutrinos provienen del centro de los eones luminosos o estrellas, centros planetarios y satélites; pero sobre todo de los agujeros negros y de los centros galácticos.
Todo átomo simiente pertenece, como una unidad de dos, a una estrella en particular y está destinado a recibir las emanaciones, información primordial, que lo hagan despertar. Los neutrinos son las únicas partículas "electromagnéticas" capaces de atravesar un planeta entero o una barrera de espeso plomo sin producirse alteración alguna en sus características; por lo tanto, estamos hablando de la Luz más pura de todas aunque nuestros ojos no estén configurados para poder contemplarla.
En todas las tradiciones iniciáticas, al candidato se le pregunta que es lo que desea en su tránsito ritual y su contestación no es otra que la Luz; pero no es que la Luz no exista dentro de sí o a su alrededor, es que simplemente no está capacitado para observarla, se encuentra ciego, y es por ello el repetido ritual de apartar de sus ojos la venda negra que los cubre. Todos los Seres humanos somos buscadores de la Luz del Mundo Original porque es el único medio de que pueda nuestra Chispa Eterna despertar primero para poder regresar a su Hogar Celestial después.
La Personalidad o egos, parte básica constituyente del Alma, debe reconocer primero que ella no tiene futuro en esta Historia y segundo, deberá replegarse para dar paso al niño Christo que mora en su interior. Al replegarse la Personalidad, la Semilla cósmica queda expuesta a la Metanoia de los neutrinos y empieza a alimentarse, crecer y a tomar consciencia, mediante una celestial conversación, de su verdadera naturaleza y objetivo en el Teatro del Cosmos.
Los neutrinos que atraviesan el Cosmos reconocen a la Semilla estelar porque ella misma emite su canto o lamento de Sophía, también conocido como Metanoia. Desde tiempos remotos, la Metanoia de los gnósticos fue considerada como una especie de cántico, lamento u oración en busca de ayuda de su Eón, de su Cuerpo Estelar, su Estrella. Esa música de las esferas inaudible para el oído humano no es otra cosa que una particular forma de Eter, de Fuego, de Luz.
Por lo tanto, ahora sí, podemos entender lo primordial que es la humilde actitud de la Personalidad con el fin de que su silencio permita que ambas metanoias, la voz del silencio, puedan reconocerse entre sí y dar lugar a la única, verdadera e importante Iniciación, el nacimiento del Hombre Nuevo, el Adepto, del que tanto nos hablan los miembros del Colegio Invisible.
Pero, tras despertar a la Luz de la Verdad, no todo está conseguido; dado que el siguiente paso del Adepto será intentar recuperar su parte cercenada, su parte rota que se fragmentó cuando el Hombre Original, parte del Pleroma, constituyó con su propia esencia, su Eter de Fuego y de Luz, la burbuja espacio temporal que conocemos como nuestro Universo; pero de eso, la incorporación a y de nuestra Alma Gemela, ya hemos hablando con anterioridad, aunque nos comprometemos a seguir profundizando en el Tema dada la importancia trascendente que esto tiene en el Destino de todos nosotros y de nuestro propio Cosmos.
OJOS