jueves, 28 de noviembre de 2013

El Lenguaje del Alma



Durante el transcurso de las edades, hemos venido siendo acompañados por múltiples lenguajes que se han ido adaptando a las propias necesidades de la personalidad humana. El lenguaje gestual proporciona a nuestros semejantes nuestro estado de ánimo, con el lenguaje hablado nos comunicamos para mostrar nuestras necesidades y para ofrecer nuestro conocimientos. El Alma utiliza el lenguaje simbólico y que ha venido siendo ofrecido por las escuelas de misterios u órdenes iniciáticas.

Centrándonos en el Tema de este Artículo, digamos que el símbolo muestra un complejo contenido imposible de exponer con palabras y que va dirigido a la parte más interna de nuestra comprensión. Podríamos decir que el símbolo más que comprenderse con la razón se siente con el corazón.

Hasta el Siglo XVIII, inclusive, se vino transmitiendo el conocimiento oculto mediante una compleja simbología hermética y a la que se le adjuntaba unos pequeños comentarios jeroglíficos que servían para orientar nuestra comprensión emocional y al mismo tiempo para despistar a nuestra razón intelectual, porque hablando del Alma, en la mayoría de las ocasiones la intervención de la racionalidad no supone más que una poderosa y negativa interferencia,

Al alma le llega el Símbolo pleno y lo siente como verdad, como un acto de fe. La Razón de la Personalidad, por el contrario, intenta desmenuzar el símbolo como si de un jeroglífico o conjunto de palabras se tratara y descomponerlo hasta en sus más diminutos elementos, le da nombre a cada cosa e intenta memorizarlo para procesarlo y darle una comprensión intelectual.

Desde comienzos de siglo XX, tanto desde el punto de vista teosófico como mágico rosacruciano, esto último es lo que se ha venido produciendo y ¿Cuál ha sido la consecuencia? Que cada Autor e investigador ha bautizado con su propia nomenclatura todo aquello que su razón le dictaba que podía ser la verdad; pero la Razón también hace uso de las parcelas de memoria de otros Temas como son los de divulgación científica, por lo que el significado del símbolo místico se tintó con los colores de los avances científicos; provocando con ello, la creación de un impenetrable bosque de multitud de jergas e idiomas imposibles de comprender más que por quien les diera la Luz de la vida.

Intentemos dejar claro una cosa: La personalidad es algo, a pesar de su mortalidad, extremadamente complejo, el Alma por el contrario, siendo inmortal, es sencilla como la mente de un infante y es un absurdo intentar explicar las simples verdades divinas con la compleja e incomprensible parafernalia que tanto agrada a una buena parte de nuestra personalidad.

Tampoco es cuestión de sintetizar hasta el dogma religioso, dichas verdades simples y alcanzables solo por nuestro Ser Interno; pero debemos ser conscientes que solo el Símbolo tal cual llega virgen y cristalino como el agua hasta nuestra Alma. La barroca palabrería no es capaz de traspasar las capas de cebolla que conforman nuestra compleja personalidad.

Quien esté preparado para abrir su corazón a las verdades eternas, aún sin conocimientos complicados, entenderá a la perfección lo que el símbolo le quiere indicar. Cuando el Hombre sencillo ha entendido el mensaje la enredada personalidad seguirá intentando descifra el Misterio y complicando aún más las cosas.

Por lo tanto tengamos en cuenta que es muy fácil distinguir Verdad de Realidad, Verdad de Ilusión, Verdad de Engaño. La Verdad siempre es comprensible de un simple vistazo, si para ello nos encontramos preparados, la Realidad, sin embargo, mientras más la analizamos más caótica e incomprensible se nos vuelve y cada experimento de nuestra investigación nos lleva a otros y otros experimentos que nunca nos llevará al destino definitivo y último, dado que solo el Alma puede comprender el alma de las cosas y el alma de las cosas se refleja mediante los símbolos

Respetuosamente, dejemos que cada cual utilice su ocio en lo que mejor le venga en gana. Unos hacen crucigramas o sopas de letras, otros intentan descifrar los más complejos jeroglíficos; pero a mí, dejadme en la sencilla y tranquila contemplación del símbolo.

Las cosas del alma no se pueden explicar con palabras más que someramente y por lo tanto los símbolos están en esa misma categoría: No pueden ni deben ser interpretados por el intelecto. El símbolo nunca fue creado para ser entendido sino para sortear la barrera de la intelectualidad y que pueda llegar incólume a su auténtico destinatario, el Corazón, el alma de las cosas donde allí podrá ser sentido.


OJOS