Páginas

lunes, 4 de noviembre de 2013

La ¡Muerte! ¿Qué Muerte?


Thanos de Titán está perdidamente enamorado de la Muerte, hasta el punto de ofrecerle toda la vida del Universo como ofrenda del más puro Amor. Los legionarios son los novios de la Muerte y los templarios no temían a la Muerte, la cual era recibida como el más cálido abrazo de su amada; pero ¿qué es la Muerte? ¿Hay que temerla o desearla?

En realidad la Muerte no es más que un Mito sin mayor consistencia que la que nos proporciona la ilusoria realidad del Mundo en el que vivimos. Es cierto que se produce un Trauma y Dolor cuando se realiza un Cambio o Iniciación Suprema de oruga humana a mariposa divina durante el proceso de Crisálida al que los humanos denominan, de forma equivocada, Muerte.

Digamos que la Muerte solo la sienten los vivos que observan como los cuerpos de sus semejantes, en un momento determinado de sus vidas, dejan de sentir y se descomponen. Evidentemente son ignorantes de si sucede algo o no después de este hecho comprobable.  La evidencia nos indica que antes conocíamos a dicha persona y podíamos comunicarnos con ella, sentir con ella y hasta amarnos u odiarnos mutuamente; pero y ¿si lo que consideramos una evidencia solo es un engaño más de un libreto Teatral previamente escrito? y ¿si los que consideramos los verdaderos cuerpos de nuestro Espíritu Eterno solo fueran efímeras máscaras interpretativas?

Las personas que supuestamente mueren no son conscientes del Tránsito que se produce cuando abandonan un plano de existencia. Ellas seguirán viviendo en otros cuerpos y en otros lugares sin algún tipo de discontinuidad, como si nada hubiese pasado y sin recordar nada, y ello es así, a pesar de que deben de pasar por un largo proceso conocido como la Cocina del Destino en el interior de su Eón   o Astro Sideral.

Ese Proceso conocido como la Cocina del Destino, es un lugar intemporal y es por dicho motivo que las personalidades que van transmitiendo una misma porción de Espíritu no son conscientes del Tiempo pasado en dicho lugar. Dentro de su Eón, el lugar que les corresponde a las almas, el Espíritu desgrana la vida pasada hasta en sus más mínimas porciones y saca grandes enseñanzas que posteriormente serán compartidas, en el Pleroma, nuestro hogar de origen, con el resto de sus hermanos; pero, además, prepara las condiciones necesarias para su próxima interpretación Teatral, su existencia, tanto el escenario como la propia y siempre nueva personalidad que deberá cabalgar.

Dado que las efímeras personalidades solo están unidas a su Espíritu mediante una pequeñísima porción de las medias almas  que las utilizan, no poseen algún recuerdo de sus interpretaciones teatrales anteriores; es decir no les es posible obtener datos de las vidas pasadas, dado que las entidades personalidad que vivieron atrás, los avatares, eran otras personas distintas y las nuevas no tienen acceso más que al propio guion que deben interpretar. Ese es el único motivo por el que nadie recuerda sus vidas pasadas y mucho menos nuestro tránsito por la Cocina del Destino.

Generalmente, quien queda atrás como vivo en una determinada interpretación Cósmica, sufre por el desapego que se produce al partir nuestro conocido, familiar, amante o amigo. Es un hecho puramente egoísta porque en lo más profundo de nuestro inconsciente conocemos que el Ser que amamos no murió en realidad, en el concepto que tenemos de la Muerte, ni morirá jamás pues se trata de una Entidad Eterna tan unida a nosotros como las células que conforman nuestro músculo cardíaco, entre sí.

El verdadero Iniciado es siempre consciente de esta Gran Verdad: La Muerte como Entidad verdadera es solo un mito, una ilusión producida por nuestro desconocimiento de la diferencia existente entre la Realidad y la Verdad; pero eso es un historia que debería contarse en otro momento, no ahora. Evidentemente, el Mundo del Romanticismo hasta ha antropomorfizado, a la propia muerte, convirtiéndola en un esqueleto cubierto con un hábito encapuchado negro y armada de una guadaña o, por el contrario, a una bella y bondadosa muchacha gótica con una cruz ansata colgada alrededor de su cuello.

Cuando lloremos por nuestros seres queridos que han partido hacia otro lugar, pensemos que se trata de un acto egoísta, de apego, por lo que hemos perdido: Su cariño, amor filial o marital, compañía, apoyo moral o económico… ; pero nada más. En el fondo, muy, muy en el fondo, todos nosotros sabemos que nuestro compañero o compañera ha dado un salto vibratorio hacia otra vida, otra interpretación teatral y que nosotros deberemos continuar con nuestro guion hasta que éste se acabe y ese final es lo que la Ignorancia de las personas humanas denominamos Muerte.

OJOS