La primera pregunta trascendente que le surge al Ser Humano es ¿Qué
soy, quien soy, qué somos? Sin conocer la respuesta a esta pregunta no tienen
razón de ser el resto de cuestiones como ¿Porqué estamos aquí, de donde
venimos, cuál es nuestro destino, etc.?
Con muchísima probabilidad, la respuesta debería ser sencilla por un
lado; pero tabú por otro, dado que si fuese cierto que existen unas entidades
interesadas en que el Ser Humano permanezca dormido, desde luego harán todo lo
posible para que obviemos esa única y verdadera respuesta, cuya contestación
sería catastróficamente peligrosa para ellos.
Somos el Creador. Sí, la
Entidad esa que vemos en Otro, una Entelequia inexistente, y
que denominamos de múltiples maneras: Dios y que se nos insta, por humildad, a
ni siquiera pensar que podría estar calificándonos a nosotros mismos.
Y la mujer respondió a la
serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;
pero del fruto del árbol que
está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que
no muráis
Entonces la serpiente dijo a la mujer: vosotros no moriréis
sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.
Génesis 3:2-5
Vemos en la serpiente y en el Supuesto Dios, las figuras del Poli malo
y del Poli bueno. Ambas entidades, en el anfiteatro de la vida, son arcontes o
legisladores encargados de que el Trabajo de Interpretación de los actores, en
el Teatro del Cosmos, salga como estaba previsto en el guión; pero se percibe
claramente como uno de ellos, el conocido como Dios y que en ese instante no se
encuentra en el escenario desea que tanto el hombre como la mujer, por una
extraña razón, permanezcan dormidos. Por el contrario, la serpiente los insta a
despertar mediante algún método, la
Gnosis , que está representada por el fruto del árbol del Conocimiento
del bien y del mal.
Definir a los seres humanos es un tanto complejo dado que son dos
entidades en íntima simbiosis, un Ser Eterno e Inmortal, su Espíritu, venido de
más allá de las estrellas, de otra dimensión a la que venimos denominando como
el Mundo Original, y otra entidad egregórica, creada; pero densificada hasta
una consistencia material, conocida como homínido o Cuerpo Humano. Es evidente
que incluso las entidades egregórica como los arcontes o los seres de
naturaleza física, entre los que se encuentran nuestros propios cuerpos, son
originarios de nosotros mismos, pues fuera del Cosmos nada hay, pues nada no
existe y todo es Esencia del Pleroma, Esencia del Ser Original, Esencia
nuestra.
El porqué esto es así, es tan simple como indicar que nuestros cuerpos
son creaciones nuestras para sustituir a nuestro verdadero cuerpo inmaterial
dentro de un Plano de existencia; donde para poder manifestarse es
imprescindible la posesión de un vehículo físico. Del mismo modo que
necesitamos una barca para trasladarnos por el agua o un automóvil para
circular por la calzada, así el Cuerpo físico del Hombre es creado para que
pueda caminar, manifestarse y vivir en un mundo diferente al suyo propio y con
el objetivo de poder adquirir novedosas experiencias por un Ser eterno e
inmortal; pero que no todo poderoso como equivocadamente se viene creyendo.
Podríamos decir que el conjunto conocido como Mundo no es otra cosa que una
balsa de madera situada en el centro de un lago y donde se estuviese
construyendo una edificación. Sin esa balsa, dada la inconsistencia del medio
líquido, no habría forma posible de construir nada. Nuestro Cuerpo y obras
materiales serían ese edificio en construcción. La balsa, tal y como dijimos,
es el Mundo macrocósmico que detenta un cierto orden y el agua sobre la que se
sustenta no sería otra cosa que el Caos Cuántico, falso desorden u orden no
cuantificable, que reside en el mundo subatómico o microcósmico.
OJOS