Cuarto Grado Primera Orden "Filósofo":
"Voluntario Exitu Cecidere"
Cada cuarenta segundos se produce un suicidio en el Mundo. Ochocientos mil anuales. ¡He ahí la más trágica de las pandemias!
Antes de comenzar queremos decir a nuestros lectores cuál debe de ser sus sentimientos ante las siguientes palabras: Ninguna, pura indiferencia y conforme continuéis leyendo lo iréis comprendiendo.
La Empatía, el Amor, "la Caridad" debería de ser nuestra actitud ante las personas que se encuentran al borde de quitarse la vida de forma voluntaria; pero ejecutado el acto, debemos de evitar tanto la pena como el desprecio.
El Tema de la muerte voluntaria lo hemos tratado, en el transcurso de las últimas décadas en unas cuantas ocasiones y, sinceramente, es algo muy delicado y peligroso. Peligroso para quienes escriben acerca de ello y también para quienes lo siguen y se interesan por él. Esto es así, porque se trata de una actitud mental contagiosa y esa es la causa principal de que los medios de comunicación no suelan acerse eco de los suicidios en sus páginas de sucesos, aparte de las cuestiones de naturaleza política..
Aquellos que se sienten los más fuertes para enfrentarse al problema ajeno de la muerte voluntaria, suelen ser los más débiles y propensos a seguir los pasos de aquellos por los que, desgraciadamente, ha sentido algún tipo de apego post morten. Es por dicha causa que no tratamos esto con asiduidad; pero si sentimos la necesidad del recordar ciertos conceptos relacionados para poder presentir los síntomas en aquellas personas cercanas a nosotros y, así, el intentar ayudarlas antes de que procedan a dar ese trágico salto hacia la nada.
Cómo hemos tratado, en lecciones anteriores, los reres humanos somos seres complejos constituidos de tres partes fundamentales y que se suelen subdividir, cada una de ellas, en otras partes; pues bien, el Alma, que es lo que ahora nos compete está dividida en dos partes fundamentales. Aquella que está unida al Cuerpo, sede de una compleja personalidad, y la parte que permanece con el Espíritu.
Durante una muerte, digamos normal, sea natural, accidental o producida en batalla, la información de la Personalidad pasa íntegra de la parte mortal hacia la Espiritual, salvándose completamente, tanto la memoria de todas las experiencias como su consciencia, y pudiendo ser utilizada, si así lo deseara el Espíritu, en vidas posteriores. En el caso contrario; es decir, por muerte voluntaria, solo la memoria es rescatada por el Espíritu. La Personalidad consciente se pierde para siempre, y por lo tanto no podría volver a ser útil para el Ser Espiritual que es el Ser Humano.
Nos encontramos ante lo que los teólogos denominan como Pecado contra el Espíritu Santo. Por otro lado, es único Pecado que no tiene perdón de Dios. Esto tiene una sencilla explicación dado que, la Muerte voluntaria es una ruptura total e irreversible de la Personalidad respecto del Espíritu Santo que es nuestro verdadero Ser, Eterno e Inmortal. Cuando se habla de que no hay perdón posible a la ejecución de dicho Aacto, se trata de poner en relieve lo irreversible del actor; es decir, que no hay marcha atrás.
Hay que intentar, luchar, con todos los medios posibles contra los sentimientos suicidas, sean debidos a procesos depresivos o voluntarios provenientes de sentimientos tales lal, por ejemplo, no perpetuar una vida de sufrimiento. En este sentido, se demuestra el libre albedrío que posee la Personalidad respecto del Espíritu y ese hecho incontestable no puede ni debe de ser penalizado por la Sociedad; dicho de otro modo, las leyes humanas no deben intervenir en ello. No puede ni debe prohibirse el suicidio; pero, por el contrario, se debe de hacer lo posible para convencer al individuo de que no cometa el acto; por el mero hecho de que sería toda una vida pérdida; pero una vida que ya no podrá ser recuperada jamás; dado que como venimos repitiendo, se trata de un acto voluntario.
Lamentablemente, cuando se muere de forma voluntaria, aunque el Espíritu se salve dado que está constituido de una esencia eterna e inmortal; la información de la Consciencia se pierde para siempre, dado que se trata de una despedida voluntaria de la Vida. Es por ello que, sin sentir desprecio, tampoco debemos ser presas del apego hacia quienes se hayan podido suicidar y, por el contrario, debemos dedicar nuestros esfuerzos hacia aquellos que sigan estando con nosotros y por cuyas mentes circulen tan ominosos pensamientos.
Todos, antes de la Transición o muerte, somos dignos de sentir pena y de ser ayudados por los demás en nuestros pesares; pero tras el fallecimiento, ya se perdió la Consciencia de la Personalidad y la indiferencia debería de ser el sentimiento más positivo a mostrar, dado que no se debe de perder esfuerzos inútiles y cuya energía, en otras condiciones, podríamos dedicar para desarrollar cosas útiles, en lugar de estar lamentándose por algo que ya no tiene remedio.
Entonces, ¿en qué categoría se encontrarían las muertes de Sócrates o Séneca? Tanto, el Estoico Séneca como el Maestro de Platón cometieron suicidio por mandato imperativo de un Poder Superior; es decir, se trató de una ejecución inducida para ser cometida por la propia Persona. En estos casos, no existe la Muerte Voluntaria sino la Muerte Obligada y, por lo tanto, no se trata de Suicidio, aunque así se trate en los libros de Historia .
Otra cosa, una vez producida la Transición, el Espíritu queda liberado y la Personalidad de la parte material del Alma, se queda junto con el Cuerpo para descomponerse y desaparecer del todo.
Suele ser habitual creer que el Espíritu Santo puede salvar al triple cuerpo del hombre; pero esto no es así. El Espíritu posee un control, en muchos casos anecdótico, acerca de sus vehículos inferiores y, por lo tanto, es muy común, que las personalidades, con Alma Inmortal, sigan un curso diferente al experimentado por el yo o ego, que, en estos casos, suelen convertirse en material de reciclaje de la propia Naturaleza.
Por lo tanto debemos, primero, no perseguir ni alentar la Muerte Voluntaria en nadie, dado que ésto último nos convertiría en cómplices de homicidio, cuyas consecuencias deberemos de pagar en forma e Karma, segundo, si se encuentra a nuestro alcance, debemos de ayudar, en lo posible, a todos aquellos que sufran de depresión y de pensamientos suicidas y tercero, si lamentablemente ya se ha ejecutado el suicidó, nuestra actitud debería de ser de desapego e indiferencia. La Persona que se quita la vida, lo hace de forma totalmente voluntaria y después del acto ya no queda nada ni en éste Mundo ni en ningún otro lugar, porque la Personalidad destruída no es una Cosa sino pura información. No se trata de algún Hardware recuperable sino puro Software tan volátil como el Aire.
En el caso de la Muerte Voluntaria, como estudiantes gnósticos de la Rosa Cruz, no debemos de alentar iniciativas tales como la Eutanasia, dado que conocemos las terribles repercusiones para la Personalidad, su desaparición total, como para el Espíritu que ha perdido un valioso tiempo al perderse la Consciencia de la Personalidad y tener, así, que repetir, de forma ineludible, otra existencia con el fin de intentar recuperar tan valiosa información pérdida; pero el tiempo se habrá perdido para siempre.
El Suicidio es una rebelión de la Personalidad contra su Espíritu.
Tengan presente, cuando se encuentren ante situaciones de posible muerte voluntaria, que es un acto sin marcha atrás y con consecuencias irremediables; de ahí, lo de imperdonables.
Aralba Pensator Minister (Frater RC)